Poema del imposible I
Me gustaría llorar más.
Quebrar mi angustia y desperdiciar su cauce,
secarlo antes de que inunde mis estrategias. Me gustaría ver más allá de mis errores,
llegar hasta los nudos que interrumpen mi espíritu
y retroceder para evitarlos. Encontrar la inspiración que nace
del vacío que genera tu nombre,
cuando no lo pronuncio y duerme en mi boca,
sin necesidad de echar a sangrar mis textos. Me gustaría definirte con un concepto,
determinarte en un plano lejano y contundente,
encontrarte en un mapa perpetuo,
para poder guardarte. Descubrirte mortal, obsoleta,
articulada en el correcto disponer del tiempo,
y hallarte en el pasado de una vez y para siempre. Solo, me encuentro contando mis eternidades;
transitando este monótono camino de nostalgias,
gastado hacia las horas de mi sueño,
que parece no llegar nunca. Me sobran las palabras de amor,
en los versos más tristes del mundo,
para acariciar tu oído. Y me sobran razones para hacer de esas palabras
las cenizas de lo que dejamos de compartir,
eso que tras tantos intentos, hemos terminado de entender,
merece quedarse en blanco.
Descansar en la reflexión de lo que pudo haber sido. Ojalá dejaras de ser mi vida,
y si, la sonrisa por lo que he vivido.
Ojalá no fueras arte, y yo no sufriera mi existencia,
colgado de su lado estéril.
Haciendo todos los días el mismo castillo de arena
para que las olas se los lleven por delante.