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Sobre la navidad...

Yo tampoco creo en la navidad. Esto no es una oda a la navidad. No pretende enaltecer nada. Este no es un discurso de esos. Sé que te gustaría que fuera uno; para tener la oportunidad de defenderte, de enojarte, de poder demostrarme que estoy equivocado. No lo es, lo siento, pero no te preocupes, quizá más adelante encuentres en él algo por lo que violentarte. La esperanza es lo último que se pierde.

La navidad a mí me chupa un huevo. Me chupa un huevo el catolicismo, Papá Noel, y Coca-Cola. Yo también me descoloco cuando alguien que no veo hace 11 meses y 30 días me manda un WhatsApp diciéndome “felices fiestas”. Es una absurda circunstancia que aun no he aprendido a dominar, que según como me agarre puedo quedar anonadado, matarme de risa o preguntarme seriamente si este pelotudo que me manda el mensaje lo hace de morboso, de cara rota o porque tiene una enfermedad terminal.

Papá Noel es mentira. Es producto de sus sponsors. Y del mismo modo el niñito Dios, y Dios si vamos al caso, o el concepto de Dios, más bien. Y toda la teología, los libros de teología y los fanáticos religiosos. O no. Capaz que no. Y yo ando por la vida equivocado, vistiendo de certeza cada estupidez que digo.

Capaz que el mundo anda equivocado, o que simplemente está incompleto. Que Dios, si existe, debió haberse tomado unos días más para terminarlo. (Todo bien Dios, pero en 7 días no terminás ni de preparar un parcial). Igual, el caso no es ese. Esos temas, o si vino primero el huevo o la gallina, son temas que dejaron de interesarme. Si pudiera definir una (o todas) de esas cuestiones seguramente al otro día seguiría levantándome a la misma hora, trabajando por el mismo sueldo, el amor de mi vida estaría a la misma distancia (esto es: a la vuelta de la esquina o en mi próxima reencarnación). Da lo mismo. Prefiero dedicarme a cosas más próximas y elementales; qué como al mediodía, de qué están hechos los ositos de goma. Esas preguntas si refieren al fundamento de tu existencia y son útiles. No por la inmediatez, sino porque te mantienen despierto, activo, haciendo... Vivo, en definitiva.

Hay cosas que decido no preguntarme. Aunque la respuesta sea evidente, aunque la respuesta venga a buscarte, te toque la puerta, te mande una carta documento. Hay respuestas, verdades, lógicas irrefutables que sólo sirven para llenar esos libros que vienen sin dibujos, para hacer combinar mejor el discurso con los trajes, para que te hagan una entrevista en la radio. Hay algunas verdades que de superfluas pasan a peligrosas, según uno le preste más atención, según uno las defienda, según se tome partido.

Por eso hay que tener cuidado con la navidad, porque es mentira, entonces la verdad le pega a gusto por todos lados. Te digo más, hasta las otras mentiras se sienten con el derecho de pegarle. Hay que cuidar la navidad, porque un día la navidad se va a levantar con el culo dado vuelta y te va a arañar el cielo con un gordo vestido de rojo y 8 renos. Y creeme que nos vamos a querer matar, y les vamos a tener que dar la razón. No quiera la vida que un día caiga el niñito Dios con ganas de laburar y diga: “Acá pesebre, reyes y le cumplo los deseos a todo el mundo, ¡y al que no le gusta que se vaya a la concha de su madre!”

No digo que vaya a pasar. ¿Pero si pasa? Por atacar tanto a las mentiras un día las vamos a hacer reaccionar y ahí, a aguantarse la calor con saco. Vos pensá que si le dicen a una mina que es fea, a la primera se enoja, a la segunda lo duda y a la tercera se mira al espejo. Pero no para comprobar nada, sino directamente para ver que puede cambiar. Y al otro día sale con otro peinado, los ojos delineados, practicando alguna sonrisa olvidada.

No le demos la oportunidad a la navidad a que se instale. Como activistas de la verdad ninguniémosla, dejemos de denunciarla. Abortemos todo ataque sistemático, optemos por la sana rutina de festejarla porque si, y dejemos que nos mienta con las barbaridades que quiera. “Si, navidad, si... nació el hijo de Dios.” “Si, el gordo entra en una chimenea, si...” “Si, el sabor de la vida. En cada familia, en cada hogar.” Agarremos de estúpida a la navidad, y mientras ella cree que nos controla de a poco le vamos cambiando la bocha. Le cambiamos la gaseosa por el exprimido, los cohetes por los fuegos artificiales, los juguetes por tiempo de calidad. Eso se llama COGERSE A LA NAVIDAD. Y yo estoy dispuesto a hacerlo, sistemáticamente con mi sutil crueldad, me lleve el tiempo que me lleve, hasta que un día la navidad tome conciencia de sí misma y diga: “Esta no soy yo, ¿qué me hicieron?” Y se suicide. Y ese día instalamos el festejo de la muerte de la navidad, ¡y a la mierda todo! El mundo es nuestro. Entonces si, vemos que otra cosa nos molesta, la abrazamos y la besamos, le damos la razón... y la volvemos a cambiar.

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Creado Por Ezequiel Miere

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